Somos Dragones, Caballeros y Princesas

Simbología Esotérica de la Leyenda de Sant Jordi.

Todos los países, los pueblos y las naciones también tienen signo zodiacal, pues están compuestos por las consciencias de personas y en si mismos son una entidad consciente que evoluciona como todos los demás seres.

Cataluña es escorpio, el signo zodiacal transmutador e iniciador por excelencia y se manifiesta a través de todos los dragones, grifos y bestias varias que proliferan por la cultura y geografía catalana. Es un signo de agua pero regido por el fuego de marte.

Barcelona, su capital, es acuario, signo de aire rebelde, idealista y aventurero. Esta ciudad está llena de alas de Hermes que le dan el potencial de volar muy alto y de liderar a este gran pueblo hasta donde su consciencia lo lleve.

Como no podía ser de otra manera, el santo patrón de Cataluña está representado por un caballero y un dragón. Y su santa patrona por una virgen negra, arquetipo de la energía femenina de la diosa Isis, también relacionada simbólicamente con la transmutación alquímica. Pero de la Moreneta ya hablaremos otro día.

Todo buen símbolo verdadero tiene varias interpretaciones en distintos niveles. Sant Jordi representa algunos estadios del viaje de la consciencia del hombre. Llega un momento en el que la consciencia empieza a despertar a una nueva realidad, se da cuenta de que uno es algo más de lo que pensaba hasta ahora, y debe poner bajo dominio su personalidad para ceder las riendas de su existencia a ese llamado Yo superior o Santo Ángel Guardián como se le denomina en la tradición esotérica occidental.

Esta personalidad está compuesta por su cuerpo físico, sus emociones y su mente, una mente a su vez compuesta por una parte concreta y otra abstracta. Esto equivaldría al hemisferio izquierdo y hemisferio derecho del cerebro respectivamente. Así, tenemos que esta personalidad tiene cuatro partes. En el Árbol de la Vida de la cábala se habla del cuaternario inferior para referirse a la personalidad. Y en una personalidad inmadura estas partes van cada una por su lado.

Si, nuestra personalidad dispersa es complicada de gobernar. Situación: Algo “sabio” en nosotros decide que hay que ir al gimnasio: el cuerpo prefiere quedarse en el sofá, las emociones andan afligidas con baja autoestima tras una ruptura amorosa y la mente acaba creando todo tipo de argumentaciones para empezar un lunes próximo que nunca llega. ¿Nos suena?

Una de las primeras fases del desenvolvimiento espiritual consiste en poner orden y coherencia entre estas partes, para que todas vayan en la misma dirección, idealmente en la dirección que marca este Yo superior que estamos descubriendo y empezando a percibir en esta etapa. Pues este sería uno de los simbolismos de Sant Jordi: un caballero, el Yo superior, intentando dominar a su personalidad, su ego, representado por un obstinado y revoltoso dragón, animal mitológico que nada, vuela, se arrastra y escupe fuego.

En otra etapa superior, una vez que el hombre ha logrado disciplinar a su personalidad y ya comprende quien maneja realmente las riendas de su vida, está preparado para otra gran iniciación que le llevará a tener un verdadero entendimiento de esa regencia superior y la realización de que es su verdadero Ser. Pero antes, tras haber purificado y transmutado las partes de su personalidad, queda una última prueba: debe enfrentarse con lo que en la Tradición se llama el Guardián del Umbral, y que se encuentra en ese último tramo del sendero que da acceso a esa nueva dimensión de consciencia espiritual.

8-bota_tarot_strengthAquí Sant Jordi representa a ese guerrero que ha ganado muchas batallas contra sus «yoes» y conquistado cima, tras cima hasta llegar al umbral de esta puerta donde el dragón, la última sombra de nuestra personalidad impura, una gran bestia compuesta por esos últimos vestigios de nuestros vicios que se aúnan en forma de un gran monstruo, nos coloca ante las últimas tentaciones como prueba definitiva.

Pero ¿y la Princesa? En la leyenda de Sant Jordi se narra que la población estaba aterrada por este dragón. Este pueblo apesadumbrado es esa personalidad desbocada responsable del caos en la vida. Llega un momento que deciden entregar en sacrificio a la princesa. Ésta simboliza el alma, que corre el peligro de ser engullida por el ego. El Alma es nuestra personalidad integrada que se pone bajo regencia del Yo superior, como una estrella de cinco puntas derecha (no la invertida que simboliza el caos). Además, en algunas versiones de la leyenda se cuenta que Sant Jordi, tras vencer a la bestia y salvar a la doncella, le pone una cuerda alrededor del cuello del dragón y se lo entrega a la princesa y éste sumiso la sigue hasta el pueblo. Esto evoca totalmente otro simbolismo con mismo significado. Una de las claves del tarot: La clave VIII de La Fuerza. En este caso es una dama vestida de blanco purísimo que dócilmente domina a un poderoso león rojo.

Y no nos podemos dejar la Rosa Roja, el símbolo de Belleza por excelencia, que brota de la sangre derramada por el dragón. Este es el fruto de esta liberación, de este triunfo: Una Vida Bella y con Propósito de Servicio a la humanidad y a los altos ideales. La Voluntad Real de nuestro Yo superior y por ende, de la Divinidad.

Bona Diada de Sant Jordi!

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